Daniel disfruta de una desahogada posición social, un cómodo piso en un buen barrio de Madrid, un respetable bufete de abogado y una cordial relación con su conservadora familia. Con sus amigos frecuenta Chueca, el barrio gay de la capital, a la caza de chicos guapos, especialmente eslavos. Así conoce a Kyril, un joven y atractivo búlgaro sin escrúpulos, del que se enamora perdidamente. Muy pronto Kyril empieza a pedirle a Daniel favores que infringen la legalidad. Además, se trae de Bulgaria a su novia y la instala en casa de su amigo. A estas alturas, Daniel es ya perfectamente consciente de que está siendo utilizado; a pesar de lo cual seguirá apoyando las ilegales y peligrosas actividades de su amante.