Cuatro días de cautiverio en una trágica Semana Santa, cuando el régimen recibió al Papa Juan Pablo II y la radio y la televisión relataron y mostraron cómo Videla comía su hostia y trataba de purgar sus pecados. Mientras tanto, en las celdas clandestinas, miles eran torturados y asesinados. Esta película es el catálogo de las percepciones, los recuerdos, los delirios, el estado físico de un preso en los momentos más horribles de su encierro: tiempos muertos que se prolongan entre sesiones de tortura. El momento en que se da cuenta de que tiene un cuerpo hecho de fragmentos. Puede que no haya en toda la historia del cine argentino otra exploración tan detallada de las cualidades y poderes que un cuerpo puede engendrar.